viernes, 23 de noviembre de 2012

Oniromancia: Forastero

Trotando sobre nieblas bajas, agachando mi cabeza, vi el pasto, era verde como las esmeraldas. Profundo inframundo que conocía cada uno de mis pensamientos y que narraba eficaz su temible forma; no sé que hacía ahí pero estaba en el medio de la situación, como es costumbre. Me escondía porque no era de aquella tierra, pantanosa y liviana, el aire era más denso que toda aquella tierra, pude saberlo.


En un planeta distinto, yo ahora era el extraterrestre, el invasor. Iba vestido con un traje de neopreno que cubría todo mi cuerpo, una armadura pesada encima y un respirador que hacía que exhale vapor translúcido; tuve un fusil colgando de mis manos, prácticamente futurístico. Preparado para la guerra y para cualquier cosa, caminé por ese ahora desértico altiplano. Detallados pedazos de roca flotando como por levitación iban apareciendo, con unas extrañas plantas que sofocaban al viento y se agarraban de aquellas piedras con varias vueltas de raiz bien firmes; me acerqué a dos de ellas y pude tocarlas, con vivaces hojas peludas, las identifiqué como giravientos, y se alejaron por el empuje que les produje, perdiéndose entre las otras, a lo lejos.

 Se estaba haciendo una de las noches locales y había un bello ocaso doble, esto se debía porque se ubicaban dos soles bastante cercanos, recién los había notado porque brillaban mucho, algo así como luces de quirófano, confundiéndoselos con una gran masa luminosa en pleno día. Al hacerse de noche el gradiente del cielo fue notorio y mis ojos se calmaron a tan maño sofoque.
Con brillos allá arriba en lo oscuro, tintineantes, era increible pensar que todos ellos eran otros mundos, tan complejos y detallados, que algunos albergaban vida y que del otro lado alguien pensaba lo mismo mirando este pequeño pálido punto. Seguí trotando buscando algo que no conocía, pero que existía seguramente.

Más allá de que mi armadura tenía refrigeración interna, pude sentir como una gota fluía por mi frente, a traves del neopreno; hacía mucho calor, fácil era suponer que no era una temperatura terrestre y que, yo sobrevivía únicamente por mi traje adaptado.
Se terminó la colina y encontré un llano muy bajo, me atemoricé en parte por lo que vi, una urbe imperial y jamás pensada por mi ahí estaba. Alguna vez me pregunté por qué el ser humano construyó siempre para arriba, hacia el cielo lejano, y se quizo acercar a él; en un sentimiento importante de ímpetu y grandeza, totalmente razonable, pero también pensé en variables dignas ¿Por qué no construir hacia abajo, tierra adentro? Por qué no la grandeza de llegar más profundo, y no más alto, la grandeza de estar cada vez más cerca, y no cada vez más lejos de la tierra. Esto presentaba inconvenientes en nuestro planeta, pero en este no, deduzco. Ahí estaba, una reja de varios kilómetros a la redonda que cubría todo ese llano, y que por debajo en un gran hueco soterrado había monumentales edificios, totalmente iluminados por aquella sociedad imaginaria, que no tuve la oportunidad de observar con aprecio. Estaba seguro que aquella citadela tenía varios estratos de profundidad y lo que estaba dilucidando era sólo la punta del iceberg. Me acerqué, las rejas tenían un sistema complejo de desagüe y destaponamiento, de iluminación y unos paneles pequeños que supongo yo, eran para almacenar energía. Aquellos seres que lo hayan elaborado, tendrían que ser inteligencias innatas, a años luz de la mia.

Los vi, los pude ver, oh santo cielo, se estaban acercando. Corrí, eran muchos de ellos. Demonios, yo estaba solo, me iban a atrapar y sabe quien que harían conmigo. Estructuras metamorfas, que se movían muy rápido, eran masas plateadas por completo, muy brillosas. Líquidas o semi-líquidas, tal vez aproximadas al estado vítreo. Me hacían acordar mucho al mercurio a su temperatura ambiente así que no dudé en reconocerlos como mercurianos.

Se acababa el llano, corrí a un callejón sin salida. La única escapatoria visible era a noventa grados, y a varios metros de distancia, una majestuosa montaña rocosa me cubría todo método de escape. Estaba perdido, me desesperé y me tiré al suelo, era cuestión de tiempo a que lleguen ellos; les iba presentar duelo así que cargué mi fusil y esperé a sus vivaces presencias. Les disparé a los dos primeros que vi, las balas opacas atravezaban esos cuerpos poco viscosos, como si de agua se tratase. Me vieron, estaba perdido. Rodearon el perímetro y uno tomó la forma de un humano, y se acercó a mi rostro. Me preguntó algo en algún idioma terrícola, supongo que era ruso o algo así, al parecer lo aprendió anteriormente de algún otro grupo de humanos que estuvieron en el planeta. Era común ya que al parecer estabamos en una guerra bastante importante y toda La Tierra estaba comprometida. No le contesté y se enfadó, lo pude ver en su careta humana. Tomaron total control sobre mi cuerpo y uno de los mercurianos se filtró por mi boca, en su estado acuoso. Empecé a dormirme y caí al suelo, fue el fin del sueño.

1 comentarios:

Unknown dijo...

sos re gato

Publicar un comentario