domingo, 24 de febrero de 2013

Ritual de los Inciensos

Llamo a todos los pájaros, a que vengan a comer. Los atraigo con un llanto que quiebra al amanecer; quiero que vengan con sus plumas pintarajeadas y que vuelen en círculos. Adosados que se encuentren la paloma y el ruiseñor; el petirrojo y el cuervo. Las he de preparar para tan tremendo viaje, lleno de mañas distintas y picos tan diferentes; me gustaría unir a todos en un mismo cielo.

Ya era hora. Bandadas tiranas se asoman por las nubes, que están rellenas de algodón mojado. Es una marcha impoluta como la de las Valquirias, que estremece a la tierra envidiosa de no tener tanta grandeza. Es un vuelo para nada grosero, será porque están guiados por el Barón Rojo, como haciendo una alegoría del gran cazador diurno. Ya vinieron, ya están aquí.
En consecuencia, prendo los sahumerios del sacrificio, del justo Ritual de los Inciensos. Bebe la sangre de tu enemigo, adora el sueño que te envía, muestra el celo que te trae, mata a todo involucrado. Es la sagrada hecatombe de las alas manchadas de sangre; serán dadas a beber de la cicuta, del agua ponzoñosa.
La locura es la única resistencia. Pasos, todo está hecho de pasos; el primero con el segundo, el tercero falta el cuarto y ya está. Esconde todo tu amor, todo tu amor.
Esta es mi noche, voy a ganarme mis alas, por el precio de muchas otras. Van cayendo todas las aves como en picada, derribadas por el avión caza de La Parca. El aroma de las maderas resinosas contagia a todo el aire y se acopla en gusto y olor; es todo muy sanguinario.
Cubro los cadáveres gallinezcos con kerosene; el último fósforo crea una severa dicotomía, el que soy y lo que seré. Arde El Palomar, el hángar de las colúmbidas.
Se consumió todo y ahora mucho es ceniza. Los inciensos se mezclaron con los huesos y con la carne; ya es el momento. Vuelve atrás, vayamos juntos ahora en este largo y ventoso camino; ahora sé volar, cariño.

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