Un gran hotel futurístico en el medio de la nada, rodeado de un
panorama venusiano, tierra sulfurosa, cielo cubierto de nubes
amarillentas, fuertes tempestades que levantan montañas y aquella
sequedad espectral que hacía desaparecer el sudor.
Estaba
esperando un refugio, al fin. Hace un largo rato vagaba en ese cruel
desierto, pero... ¿Por qué una construcción de tan dicha magnificencia, acá? ¿Acaso alguien sería certero en la respuesta? No había nadie. La
soledad siempre era la más oportuna compañía, aquella silenciosa y
misteriosa colega, que se esconde en las sombras de las piedras cuando
alguien aparece.