Un gran hotel futurístico en el medio de la nada, rodeado de un
panorama venusiano, tierra sulfurosa, cielo cubierto de nubes
amarillentas, fuertes tempestades que levantan montañas y aquella
sequedad espectral que hacía desaparecer el sudor.
Estaba
esperando un refugio, al fin. Hace un largo rato vagaba en ese cruel
desierto, pero... ¿Por qué una construcción de tan dicha magnificencia, acá? ¿Acaso alguien sería certero en la respuesta? No había nadie. La
soledad siempre era la más oportuna compañía, aquella silenciosa y
misteriosa colega, que se esconde en las sombras de las piedras cuando
alguien aparece.
Hotel Infinito, Eso decía un enorme cartel
estilizado en acero y brillos rojizos. Estaba seguro que no era
hipérbole llamarle así, era especial en toda su complejidad. Aclarado en
letra pequeña el cartel anunciaba: "Hotel con cuartos infinitos, no
importa la cantidad de visitantes que haya ni cuanto tiempo estén, hay
espacio y tiempo para para cada uno de ustedes". Había leído alguna vez
sobre eso, siempre al infinito se lo consideró como una paradoja
matemática y filosófica... y uno de los ejemplos para explicarlo de manera
concisa era la del hotel de cantidad incalculable de cuartos, que
permitía albergar cantidad incontable de personas, aunque esté
lleno...Bueno, ya saben, eso que poco importa ahora.
Luces
centellosas llevaban como un prudente guía hasta la recepción, única y
principal, que aparecía sólo hasta el final del pasillo. Eché un vistazo
con pocas ganas, no había nadie del otro lado del mostrador de mármol
gris, pero pude ver escondida en un receptáculo a una tímida llave. Con
una larga cadena enlazada colgaba un llavero llamativo, tenía forma
de... dodecaedro; y en una cara tenía enmarcado con relieve el número
"9090", lo tomé y lo vi cauteloso.
Me di media vuelta y observé una
puerta que antes no estaba, iluminada desde los costados inferiores. Era
de un metal sin alma y opaco, se podía percibir su falta de calor a
varios metros de distancia.
Era un ascensor, era el ascensor. Se
abrieron sus compuertas mientras me acercaba, y al momento que me
adentré pude percibir una melodiosa música, música de ascensor,
repetitiva y pegadiza. Me gustaba bastante y me quedé quieto
escuchándola por un debido rato. No llenaba los oidos pero los dejaba
complacidos, aunque a veces se sentía ruidosa, tanto como mi madre.
Era
un ascensor diminuto, algo rústico, una jaula para humanos con
parlantes en cada esquina. El marcador para indicar el nivel era como
una calculadora antigua, oxidada, con los botones un poco gastados pero
aún así eran legibles.
No se me ocurrió que marcar así que solo digité la única pista que tenía: "9090".
El
ascensor hizo una combinación de ruidos mecánicos y descendió
rápidamente. Frenó de dos golpes, las puertas se abrieron con torpeza y
vislumbré un pasillo común y corriente, con piso de alfombra y pintura
beige en las paredes. Encontré mi puerta, la 9090. Metí la llave en la
cerradura e intenté girarla, era totalmente obvio, la puerta no abrió.
Forcejeé un rato pero la puerta no cedió, evidentemente el llavero me
tendió una broma o algo del mecanismo estaba roto, quizás la llave. Algo atravesó mi cuerpo, una
mala vibra y un llanto; y por un error de mis torpes manos la llave cayó
al suelo. Al intentar agarrla vi que el llavero había cambiado de
número, 5656.
No estaba nervioso, pero quería irme de ahí,
era esa típica película de terror, ya saben, el monstruo o lo que sea
que quiere matarme me está observando, escondido entre las sombras, y yo
como presa imbécil me quedo buscando enigmas por ahí, haciendo todo menos
escapar.
Escaleras, no hay escaleras, y si las hay están detrás
de alguna de estas puertas vigorosas. El ascensor no abría, parecía todo
una conspiración. De un jalón abrí la reja y así como la abrí pude
cerrarla. Rápido, marqué el cero, a la planta baja, me quiero largar,
urgente.
El ascensor conjuró palabras robóticas, clink clunk clank, y ascendió. El marcador decía 5656; no, no quiero el 5656,
vamos, no anda o ésto está endemoniado, es el número del llavero.
Marqué el cero dos veces más, no me quería desesperar y que la carcacha se
averíe. la música hizo un ruido de interferencia por unos segundos y
luego continuó normal, el ascensor descendió al primer subsuelo, "-1".
Podía
ver la superficie, la corteza del mundo, a través de las rejas, como si la tierra fuese
transparente, veía a lo lejos las montañas y las nubes vigilándolas,
podía ver las raices de los arbustos que sobrevivían, podía ver más allá
de todo eso.
Marqué devuelta, cero. Las compuertas se abrieron en vez de mantenerse cerradas y el ascensor se trasladó, pero no pude entender hacia donde.
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